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29 de junio de 2012 |
El término competitividad se refiere a la eficiencia de la producción, es decir, a obtener el mayor rendimiento de los recursos disponibles. Para Puerto Rico, ser competitivo significa que su fuerza laboral y acervo de capital sean completamente utilizados y asignados a sus usos más productivos. En un sentido más dinámico, el ser competitivo implica que existen las condiciones y políticas públicas para respaldar el desarrollo empresarial y la innovación. Cada vez más, la competitividad también abarca la capacidad de adaptarse rápida y eficientemente a los múltiples cambios que están sucediendo en la economía global. Esta última dimensión es particularmente importante para Puerto Rico, porque al ser una economía de una pequeña isla, se enfrenta a una competencia dura desde diversas localidades.
La Isla también se beneficia de los vínculos cercanos con la economía de los Estados Unidos: Sus residentes son ciudadanos estadounidenses con acceso sin restricción al continente; el dólar es la moneda oficial; el sistema legal ofrece las protecciones de la constitución de los Estados Unidos; y el Gobierno Federal otorga respaldo a un número de programas disponibles a los residentes de los Estados Unidos continentales, particularmente en las áreas de salud y educación. Sin embargo, luego de experimentar un progreso económico considerable durante la primera parte del siglo veinte, desde 1970 Puerto Rico ha visto estancar su progreso.1 La Isla ha operado por debajo de su potencial económico y la competitividad de la economía se ha ido deteriorando. Existe la preocupación particular de que la Isla presenta un alto nivel de desempleo permanente y el índice de la participación en la fuerza laboral es sorprendentemente bajo. La recesión cíclica actual en la Isla, que agrava el estancamiento económico de largo plazo, ha sido más profunda y más prolongada que en los Estados Unidos y la actividad económica aún no ha mostrado señales sólidas de recuperación. |